Atribuir al trabajador toda la responsbilidad sobre la productividad solo puede ser fruto de planteamientos falaces y manipuladores, incluso siguiendo el hilo argumental de nuestro apreciado vicepresidente tercero de la diputación, llegaremos a la conclusión de que solo una intención maliciosa se esconde tras sus afirmaciones:
"Y dado que la productividad, tanto pública como privada, es la relación,
el quebrado, entre lo que producimos y los recursos que utilizamos para
ello, una de dos, o creamos más bienes y servicios con los mismos
trabajadores, o si solo somos capaces de producir lo mismo hay que
hacerlo con menos personal".
En este planteamiento no se tienen en cuenta factores determinantes en la productividad como si los medios de producción son los adecuados, la madurez de lo que se produce, el carácter innovador, lo costes salariales (en el que España no se encuentra a la cabeza, tenemos un salario mínimo interprofesional inferior al de Grecia), el valor añanido que se da a los productos, factores todos ellos ajenos al trabajador.